OPINIÓN

Crazy Ex-Girlfriend: ¿dejarías de ver una serie si se va tu actor favorito?

Crazy Ex-Girlfriend: ¿dejarías de ver una serie si se va tu actor favorito?
Crazy Ex-Girlfriend: ¿dejarías de ver una serie si se va tu actor favorito?
Crazy Ex-Girlfriend: ¿dejarías de ver una serie si se va tu actor favorito?

¿Puede la salida de un actor arruinarte la serie? Mi experiencia personal me dice que sí, aunque el razonamiento sea del todo ilógico. Cuando sigues una serie por inercia (esto es, que podrías ver otra, pero hay algo que te sigue enganchando aunque eches peste de ella), en muchas ocasiones se debe a un personaje o a un actor en concreto. Hace años, seguía Ally McBeal no precisamente por Calista Flockhart, que me caía lo peor. Cuando me imaginaba quién podría irse del bufete, rezaba porque no le tocara a ninguno de los secundarios. Un ejemplo, más o menos reciente, me ocurrió con Homeland. Da igual que lo razones conmigo: sin Nicholas Brody, para mí, Homeland ya no era Homeland, era otra cosa. Y no seguí viéndola, ni la retomaré por mucho que te emperres. Pero peor ha sido el caso de Crazy Ex-Girlfriend. Esta comedia que, por fin, se ha estrenado en España (a través de Netflix que ha traducido hasta las delirantes canciones, auch) tuvo una primera temporada rompedora. Con un aparente envoltorio de frivolidad, esta comedia protagonizada por la ex youtuber Rachel Blooom, habla de forma incisiva sobre lo que debería ser la amistad entre mujeres y sobre estereotipos dañinos que son asumidos por la sociedad; sobre estar o no estar demasiado gorda y sobre la realidad del test de Bechdel. Porque, si algo defiende Crazy Ex-Girlfriend, a pesar de su evidente crítica al machismo, es el feminismo mal entendido. ¿No pueden hablar dos mujeres de un hombre y sentirse realizadas completamente? ¡Claro! Esta idea también la defiende Fleabag o Insecure. La protagonista de Crazy Ex-Girlfriend es una ex novia loca desde su título. Una mujer que no persigue el sueño americano, el triunfo salarial femenino, eso ya lo tiene. Rebecca ansía, como una obsesión (que para eso está algo crazy), conseguir al amor de su juventud, Josh. Durante la primera temporada (la que se puede ver entera en Netflix) removerá cielo e infierno con tal de que Josh se enamore de ella. El nombre de Josh aparece en el título de todos los episodios. Pero como en cualquier rom com que se precie, como también ocurre en la deliciosa Younger, habrá otro hombre en el camino de Rebecca, el triángulo perfecto. Serrano, interpretado por Santino Fontana, actor de Broadway que le ha puesto voz a Hans en la animada Frozen, no es tan guapo ni tan cool como Josh, pero tiene su punto, ese toque inexplicable que le hace altamente atractivo. Rebecca, como una pelota de ping pong, recurrirá a uno y a otro por diferentes motivos, pero es esta tensión sexual no resuelta lo que, para muchos (yo incluida) le daba a Crazy Ex-Girlfriend su toque más cómico y divertido (Fontana es un crack, posee una vis cómica natural). La segunda temporada se estrenó en EE UU en octubre. Todo parecía transcurrir como siempre, con Rebecca dudando de su elección. Pero, de forma sorprendente, Santino Fontana revelaba hace unas semanas en una entrevista que dejaba la serie. Un pañuelo, por favor. Claro que Rachel Bloom es genial, y que se merece el Globo de Oro que le dieron este año y su nueva nominación para el año que viene, y que el resto de secundarios no desmerecen, pero, ay, sin Santino Fontana, yo me bajo del barco. Si sigues la serie, no sé si pensarás lo mismo, y seguro que intentan “arreglarlo” con otro objeto de deseo o convirtiendo a Rachel en una nueva mujer, pero a mí ya me han perdido. Para mí, Serrano no era el plan B de Rachel, ni mucho menos. Si no has seguido la serie, no te encariñes con Serrano, aunque no es como Juego de tronos. Seguramente, como ocurrió con Grissom en CSI regrese en algún momento. O no.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento